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Presentación del libro "La condición performativa"

01/07/2025

El próximo 1 de julio a las 19h, tendrá lugar la presentación del nuevo Infraleve "La condición performativa"de Glenda León, con la presencia de la autora y el director de la colección, Fernando Castro. Será en la librería La Central, del MNCARS, en Madrid.

Resumen:

Partiendo del análisis de un período específico del arte cubano — finales de los años 90 — considerado como un momento clave para las artes de la performance y que coincide también con el contexto en el que ella misma empieza a destacar como artista, Glenda León extrae de este contexto particular un análisis del arte de la performance y de las implicaciones que afectan al ámbito del arte contemporáneo en su conjunto.

Tras una breve presentación de las condiciones de surgimiento de la Performance en Cuba y de algunas de sus manifestaciones, Glenda León retoma sus definiciones para trazar un retrato "genérico" con el fin de cuestionarlas a la luz de las prácticas actuales y de su recepción. Luego interviene en el esquema de estas categorías cuestionando la noción "central" en la Performance tal como se entiende en el medio artístico, es decir, precisamente la de "descentramiento". Es esta noción, instaurada como condición de transgresión —intención primera de la Performance como género artístico, pero que luego se convirtió en una norma— la que ella se esfuerza por redefinir en favor de un desplazamiento más profundo, que iría más allá de la propia noción de límite implícito en el descentramiento. Así, propone la movilidad como condición necesaria de la performance del pensamiento.

Así, mediante un deslizamiento de la Performance hacia la condición de performance —noción ideada por ella—, Glenda León propone su propia definición del gesto artístico, creativo, transgresor. A su juicio, la condición de performance es aquella "que implica una movilización, un descentramiento, una desestabilización". Esta condición necesaria no concierne únicamente, o propiamente dicho, al género artístico denominado Performance, sino al gesto artístico en su esencia.

Crítica frente a la teatralidad del gesto de las Performances, que rápidamente se convierte en simulacro, Glenda León se interesa más bien por una interiorización de la acción que se produce en el contacto con ciertas obras. Esta acción, en lugar de producirse ante los ojos del espectador, tiene lugar en su mirada. La capacidad de una obra para suscitar imágenes en la mente del espectador es el indicio de una performatividad más "real" y más activa que la Performance, la cual exige del espectador precisamente una posición de espectador, es decir, donde la acción sobre la cual se apoya la dimensión transgresora ya está ahí, ya ha sido pensada por el artista, que se limita a "presentarla" ante el espectador.

Por el contrario, frente a la obra performativa se produce una activación del sentido de la observación y una virtualización de la acción. La obra performativa porta un movimiento que cobra vida en la mirada. Tal performatividad sería característica de las obras producidas en el contexto actual a través del vídeo, los soportes digitales y la Web, si la explotación de estos instrumentos en la producción artística pudiera repensarse en función de una intervención "realmente virtual", es decir, trascendiendo el objeto que se tiene delante —por así decirlo, la pantalla. La obra no podría ser performativa si el "contacto" o la aproximación necesaria para activar una sensación o una imagen se basa en una acción que solo afecta al soporte. La intervención performativa exige del espectador una participación que se produce en el espacio de su pensamiento. Esta intervención, que se apoya en la grieta, el intersticio, la conexión inacabada entre los diferentes planos de la obra, atrae y suscita el espíritu del espectador para producir imágenes que, por la naturaleza de la interpretación, son individuales, únicas e imprevisibles. Es en el espacio de las yuxtaposiciones donde puede producirse lo inesperado, un gesto libre, no controlado, no supervisado, y por lo tanto verdaderamente transgresor, escapando quizás —y sin duda— al artista como creador, pero abriendo también la posibilidad de una comunicación, de un pasaje. La aproximación que sustenta esta posibilidad corresponde a un desplazamiento virtual del espectador.

Así, la performatividad no se restringe a los soportes llamados de nuevos medios, pues según esta reflexión, toda obra, en la medida en que implique esa movilidad del espíritu, es una obra de arte.

La noción de nomadismo (que recibe hoy en día una atención particular gracias a *El Hombre nómada* de Jacques Attali, que ya reintroducía su uso en los años noventa) podría retomarse para evocar la imagen de esta movilidad; ya no una economía del descentramiento (centro-periferia) sino un desplazamiento carente de centro, o que no tiene en cuenta la noción de centro, una trayectoria que se construye a partir de circunstancias espacio-temporales siempre cambiantes. Esta capacidad de reinventarse y de reinventar su objeto corresponde a la movilidad del pensamiento.

Recurriendo a una "mezcla total de conocimientos", Glenda León adopta una estrategia propia del pensamiento performativo, es decir, un pensamiento que elige la movilidad del sentido con respecto a un eventual referente, negándose a confinarse al único campo artístico; de este modo, solicita la capacidad asociativa y reflexiva del espectador, minimizando el discurso explicativo y maximizando el espacio reservado a su actividad perceptiva. Porque "hay que ser breve": Glenda León prefiere distanciarse del discurso historicista antes que sacrificar la eficacia de la condición performativa de la obra, del gesto, del lenguaje. Más allá del dispositivo, se trata entonces de la disposición performativa de la obra, del artista, del espectador, del texto, de lo que hay que ocuparse.

«Salto cuántico» significativo de este pensamiento del arte, Glenda León pasa finalmente de la imagen al sonido al evocar brevemente las modalidades de la música techno — «Repetition is a form of change», «Spinning and Scratching» — para significar la puesta en cuestión estructural del papel de las nuevas tecnologías en la producción cultural, tomando como metáfora el sonido para tomar el pulso de las nuevas «frecuencias» del arte y de su «velocidad de propagación».

Glenda León (La Habana, 1976) vive y trabaja en La Habana y Madrid. Su obra se expande del dibujo al video arte, e incluye la instalación, el objeto, el sonido, la fotografía y el performance. Es Licenciada en Historia del Arte, Universidad de La Habana (1999; Cuba) y Máster en Nuevos Medios, Kunsthoschule für Medien, Colonia (2007; Alemania). Ha recibido numerosos reconocimientos como el Premio CIFO de Becas y Comisiones 2024 en la categoría de Artista de Carrera Media (2023); el Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby’s de Creación Artística (2021); el Premio DKV (2020); el Pollock-Krasner Foundation Grant (2020, 2005) y el Premio LARA (2017).
Su obra pertenece a importantes colecciones públicas del mundo que incluyen el Centre Georges Pompidou, París; Perez Art Museum Miami; Art Gallery of Ontario, Toronto The Hammer Museum, Los Angeles; y el Museum of Fine Arts, Houston; y ha sido reseñada en publicaciones como Bomb Magazine, Art in America, Artforum, Flash Art, Art Nexus y Artecubano.
Glenda León ha escrito además ensayos sobre arte como el libro La Condición Performática (Pinos Nuevos, La Habana, 2000), traducido al francés por Éditions Nota Bene, Montréal (2010).