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Ciclo Ex-cursos: Fernado Arrabal

13/05/2005

Tres años en el grupo surrealista. Antes de fundar el pánico

Hora: 19:30 horas

Lugar: Casa Díaz Cassou, C/ Santa Teresa, 21. Murcia.  Asistencia con invitación (a recoger en Cendeac- tlf. 968930901)

 


Fernando Arrabal es un nombre ineludible al hablar de la cultura europea de la última mitad del siglo XX (y lo que venga del XXI), y sobre todo de una de sus manifestaciones más señeras —la vanguardia— y, dentro de ella, de su ideología, de su estética y de su manifestación más inmediata: la de la palabra. Este hombre menudo, pero con una energía de gigante, ha hecho mucho ruido y sigue haciéndolo en el frente de la cultura de estos últimos cincuenta años. Amigo y contertulio de lo más granado de la modernidad, desde Breton a Kundera, desde Beckett a Houellebecq, pasando por miles de otros en todos los campos del arte, del pensamiento y de la ciencia, Arrabal es una enciclopedia viva de la cultura contemporánea, para la que ha escrito miles de páginas. Dramaturgo más representado en el mundo en 1969 (nada menos que 140 estrenos), ha vuelto a triunfar recientemente —cuando muchos lo daban ya por muerto para el teatro—, con su última y conmovedora Carta de amor, Premio Nacional de Teatro en 2001 y representada actualmente por toda Europa.


Fernando Arrabal nació en Melilla en agosto de 1932. Aprendió a leer y a escribir en Ciudad Rodrigo (premio nacional de "superdotado" a los diez años) y realizó sus estudios universitarios en Madrid . A pesar de ser una de las personalidades más controvertidas de su tiempo ha recibido el pleno aplauso internacional por su obra narrativa (once novelas: Baal Babilonia, La torre herida por el rayo, La hija de King Kong etc.), poética (un centenar de libros ilustrados por Amat, Dalí, Magritte, Miotte, Saura, etc.), dramática (un centenar de obras de teatro publicadas en diez y nueve volúmenes: La noche también es un sol, Jóvenes bárbaros de hoy, Las delicias de la carne etc.) y cinematográfica (seis largometrajes : Viva la muerte, ¡Adiós Babilonia!, Iré como un caballo loco etc. ). Fernando Arrabal sufrió a los pocos años por la misteriosa despararición de su padre condenado a muerte, y después fugado. A causa de este traumatismo como escribió le premio Nobel Vicente Aleixandre, "el conocimiento que aporta Arrabal está teñido de una luz moral que está en la materia misma de su arte".

Además de un centenar de obras dramáticas, el prolífico genio de Arrabal se ha plasmado en una docena de novelas, más de cien libros de poesía, varios ensayos (sobre temas tan dispares como la estética, el ajedrez, el Greco o Cervantes), media docena de cartas-manifiesto (desde la enviada a Franco en 1971 hasta la última, a Stalin, el año pasado), cientos de cartas a amigos (vivos o muertos), miles de apotegmas juguetones («arrabalescos») e infinitas y variadas colaboraciones en la prensa. A lo que hay que añadir ocho películas, una serie de «efímeros pánicos», una colección variopinta de dibujos y collages y otra de cuadros ejecutados por artistas de su entorno siguiendo sus minuciosas indicaciones. Si hay algo en común en toda esta prodigiosa obra es la originalidad, una originalidad reconocible por esa mezcla de crueldad, inocencia, erotismo, juego y frescura de expresión que define una manera de crear muy distinta de lo convencional. Y, parte integrante de esa originalidad, el compromiso de su autor con su obra, de la que se considera inseparable (o, como suele decir, producto de ella). Recordemos aquella famosa frase suya: «Chapeau a B. Brecht, que es capaz de escribir la Vida de Galileo. Yo, cuando escribo, sólo sé hablar de Arrabal». Y con todas las consecuencias, pues Arrabal, eternamente niño, se ha atrevido siempre a proclamar a gritos la desnudez del emperador, entendiendo que su palabra es su vida y su vida palabra.