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Fisuras fílmicas. Virginia García del Pino. Proyección

05/06/2013

SÍ, SEÑORA (2012) / EL JURADO (2012), DE VIRGINIA GARCÍA DEL PINO

Proyección: miércoles, 5 de junio de 2013 / 20.30h / Filmoteca Regional Francisco Rabal

Virginia García del Pino participará en un debate con el público tras la proyección.

Un rostro no es nunca solamente un rostro sin más, es también un lugar, un mapa dinámico o un territorio en el que quedan reflejadas las profundidades y las superficies que recorren la vida: sus miedos, sus fuerzas, su trabajo, su poder, su sumisión, su esperanza. Un cuerpo tampoco es nunca un cuerpo cualquiera, porque cualquier cuerpo es siempre un cuerpo único, exclusivo, particular, propio, irrepetible, un horizonte en el que quedan grabadas las transformaciones de cada instante. Y, sin embargo, que no se pueda hablar de cuerpos o de rostros idénticos, no quiere decir que no se pueda hablar de sintonías, de ritmos, de proximidades o de afinidades: cuerpos (y rostros) subyugados, cuerpos (y rostros) poderosos, cuerpos (y rostros) sumisos, cuerpos (y rostros) obreros, cuerpos (y rostros) burgueses. Cada cual con los suyos y, a veces, unos contra otros.

Sobre estas inquietudes giran los dos mediometrajes que, esta semana, se presentan en Fisuras Fílmicas: Sí, señora y El jurado, de la directora barcelonesa Virginia García del Pino. En estos dos trabajos el cuerpo y el rostro se convierten en los únicos protagonistas para señalar que en ellos es posible rastrear siempre el modo en que la vida se materializa. En la primera, rodada en México en 2012, García del Pino genera un montaje simple para confrontar (que no enfrentar) a las personas que trabajan en el servicio de las casas de clase media y alta con «sus señoras». De ese modo, minimalista hasta el extremo, Del pino hace emerger todo el poder de una violencia que es siempre silenciosa, constante, congénita. En el modo en que unas y otras se sientan, se dirigen a la cámara o reflexionan sobre sus vidas, la directora logra desvelar una tensión capaz de sobrecogernos. Todo ello sin proponer dogmas o tesis reduccionistas.

En el segundo trabajo, El jurado, también de 2012, Virginia García del Pino recurre a la cámara de vídeo, al píxel, al zoom y al montaje como instrumentos de disección quirúrgica del poder. Sin ningún tipo de concesión retórica o narrativa, la directora trata de analizar, comprender y quizás en algún momento incluso empatizar, con un grupo de ciudadanas encargadas de participar en un jurado popular. Su mirada logra desvelar cómo el poder judicial está cargado también (quizá siempre) de pequeñas miserias.